
Con ánimo de mejorar, año tras año, la seguridad de las empresas, es conveniente llevar a cabo acciones que nos ayuden a combatir los errores del pasado, para que estos no vuelvan a repetirse. Una buena manera de hacerlo es recopilando y teniendo en cuenta todas las lecciones aprendidas, ya que los incidentes pasados pueden ayudarnos a prevenir o combatir los ataques futuros.

La protección física de los dispositivos industriales es un punto clave dentro de la ciberseguridad. Las medidas de seguridad física, cámaras de seguridad, controles de accesos a personas autorizadas, etc., delimitan el perímetro de seguridad y deben ser tratados con el mismo nivel de criticidad que el de los activos que protegen. A los ojos de un responsable de ciberseguridad, debería ser igual de crítico un evento registrado de intento de acceso a un dispositivo desde una IP externa, que un evento de intento de acceso físico de una persona no autorizada dentro del perímetro donde se encuentra dicho dispositivo. A fin de cuentas, ¿no es igual una barrera física que un cortafuegos?

Durante la última semana de marzo, los cines Kinépolis de Madrid dieron cabida una vez más a la nueva edición de uno de los congresos de seguridad informática más importantes del panorama nacional, la RootedCON, que ha vuelto con más fuerza que nunca para celebrar su ya décimo aniversario por todo lo alto. Una edición muy especial que ha traído, a sus más de 2.500 asistentes, 80 horas de puro contenido sobre seguridad, dividido en 3 tracks paralelos y de la mano de 40 ponentes procedentes de todas las partes del mundo.

Hoy en día, donde las necesidades de información son tan elevadas que hasta el máximo responsable de la empresa desea conocer qué está pasando en la fábrica, algo tan simple como un dispositivo USB puede jugarnos una mala pasada. Sacar información de un PLC desconectado o tratar de actualizar una RTU fuera de alcance con un USB no controlado, puede suponer un gran riesgo.

Los Sistemas de Control Industrial (SCI), presentan numerosos riesgos de sufrir ataques cibernéticos que hacen necesario disponer de planes de gestión de ciberincidentes y de resiliencia.

Los problemas originados por la aplicación de parches en el entorno industrial han tenido como consecuencia un rechazo por parte de los operadores. Durante años fue prácticamente abandonado, pero gracias al apoyo proveniente de las compañías de seguridad y los departamentos de TI está tomando el peso que se merece.

La protección de las infraestructuras críticas y estratégicas de nuestro país, es una tarea que debe ser compartida por todos los agentes involucrados en un marco de colaboración público privada.

Después de haber analizado el porqué de un modelo de evaluación de capacidades de ciberseguridad en la primera entrada de esta serie dedicada al modelo C4V y de haber explicado cómo llevar a cabo una adecuada gestión de riesgos en la cadena de valor en la segunda, esta tercera entrada está dedicada a cómo realizar una evaluación sobre nosotros mismos.

Cómo veíamos en la primera entrada de esta serie dedicada al modelo C4V, el nivel de ciberseguridad de los servicios externos es fundamental para evaluar las capacidades en ciberseguridad de cualquier organización: De nada sirve incrementar los niveles de seguridad de una organización, si los niveles de sus proveedores no están a la misma altura, puesto que (no hace falta decir que) ”la seguridad es tan fuerte como el eslabón más débil”.

La externalización de procesos no es algo que podamos considerar como una novedad. Más bien todo lo contrario. Y en particular, en lo que respecta a las TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones) es casi habitual que, al menos una parte, de nuestros sistemas sean accedidos por terceros o, directamente, sean gestionados por terceros.