La escuela frente al ciberbullying, activa sí, pero necesita mejorar

Fecha de publicación 03/01/2017
La escuela frente al ciberbullying, activa sí, pero necesita mejorar

Como educadores sabemos que el ciberbullying está a la orden del día: medios, noticias, centros educativos, incluso casos cercanos. Pero, ¿sabemos en realidad qué sienten las víctimas de ciberacoso en España? ¿Hasta dónde llegan las diferencias entre ciberbullying y acoso escolar tradicional? ¿Cuál es nuestro papel como profesores?

En nuestro país la investigación sobre la problemática del ciberbullying está arrancando, gracias a que poco a poco se está asumiendo que el problema existe, está en nuestras aulas y tenemos que tomar parte. En esta línea, acaba de hacerse público el I Estudio sobre Ciberbullying según los afectados desarrollado por Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña.

Primer estudio ciberbullying segun los afectados

Las víctimas hablan

El Teléfono ANAR ofrece una vía anónima a la que los menores (y sus familias) pueden acudir en cualquier situación de riesgo, y recibir orientación psicológica, emocional, jurídica y social. Desde 2013 a 2015, se recogieron 1363 solicitudes de ayuda para casos de acoso escolar. Entre todas estas llamadas, este informe ha utilizado 550 testimonios para acceder a la perspectiva y experiencia de aquellas víctimas que sufren acoso y acuden a este servicio, acercándonos a las características del ciberbullying en España.

Es una muestra de casos limitada, pero aporta un mensaje diferente, el de los afectados por esta problemática. El sistema de apoyo que ofrece el Teléfono ANAR permite estudiar el ciberbullying desde la perspectiva de los menores víctimas de acoso y sus familias, una visión muy valiosa a la hora de buscar soluciones y medidas de apoyo para estos casos. Son sus propias experiencias las que nos van a poner en situación.

Los menores sí buscan ayuda

Existe una falsa creencia respecto a los casos de ciberbullying, y acoso escolar en general, que asegura que los niños y niñas que padecen una situación de acoso no lo cuentan. Y ese suele ser el mejor pretexto que tienen las personas de su entorno para no actuar. Pero lo cierto es que la gran mayoría de las víctimas sí buscan ayuda y comparten sus miedos. El estudio afirma que más del 81% de los menores que sufren ciberacoso han hablado de ello con sus padres. Además, los menores declaran en casi el 79% de los casos que los profesores eran conocedores del problema. No nos engañemos, somos conscientes de que existen casos de acoso entre menores a nuestro alrededor.

Imagen de bullying en clase

Quién es quién en el ciberbullying

No es del todo adecuado hablar de “perfiles” en ciberacoso, ya que nos puede llevar a engaño: cualquier menor puede ser víctima o acosador. Nadie está libre de ser el objetivo de la siguiente burla o el próximo golpe. Pero si nos centramos en los datos, en ciberbullying el número de chicas que son víctimas de acoso es muy superior, un 70%. La edad media en la que comienza el ciberacoso está alrededor de los 13 años, lo que concuerda directamente con el acceso (de media) a su primer dispositivo móvil.

Una de cada tres víctimas tenía amigos o compañeros que han sufrido la misma situación con anterioridad. Por lo tanto, un caso de ciberbullying en el aula es en sí mismo una alerta por partida doble: hay una víctima y además su entorno directo es más vulnerable.

En cuanto al entorno familiar, hablamos en su mayoría de menores que conviven en familias convencionales (madre, padre y hermanos/as), sin problemas económicos o situaciones de violencia doméstica. De nuevo hay que reiterar la idea de que no existe un “perfil” de víctima, los estereotipos en este aspecto sólo complican la situación, haciendo invisibles en muchos casos a los menores que sufren acoso.

Ciberbullying en clase

¿Y cómo es un acosador? Según destaca este estudio, lo correcto sería hablar de acosadores en plural: lo normal es que actúen en grupos de dos a cinco menores de la misma edad que la víctima. Aproximadamente en la mitad de los casos, los acosadores formaban parte del grupo de amigos de la víctima, y los principales motivos para comenzar el ciberacoso son la venganza y la propia agresividad de los acosadores, seguido de las características físicas de las víctimas. Y un dato que debería hacer saltar todas las alarmas de un centro escolar: en un 11% de los casos de ciberbullying la víctima considera que prácticamente toda la clase está ejerciendo el acoso.

Resulta relevante que en este análisis no encontramos casi ningún dato sobre los espectadores de la situación de acoso, cuando es un factor clave en el progreso y resolución de un caso de ciberbullying.

Qué lo hace diferente

Los adultos a menudo nos sorprendemos al conocer cómo actúa un ciberacosador, pero lo cierto es que no es tan innovador: dos de cada tres actos de acoso emplean insultos u ofensas directas. No es tan diferente de lo que veíamos en nuestra infancia. La particularidad del ciberbullying es que se recurre menos a la violencia física, frente a otros medios como las amenazas o el aislamiento.

Es una persecución sin límites: no hay horarios, no hay espacios. Se puede enviar un mensaje a cualquier hora del día, ya sea en medio de una clase o en pleno fin de semana, y las redes sociales permiten que un comentario humillante llegue a cientos de personas en cuestión de segundos. Los acosadores cuentan además con la posibilidad de enviar fotos y videos, por lo que el acoso se transforma en una actividad simple y “cómoda”, en muchos casos rutinaria.

En el ciberbullying, el hostigamiento en la mayoría de los casos es diario, y los datos reflejan que en la mayor parte del acoso tiene lugar a través del móvil (un 90% en comparación con la tableta o el ordenador), principalmente utilizando WhatsApp y las redes sociales. Otra característica que destaca este estudio es que el acoso sexual es citado en casi un 9% de los casos de ciberbullying, una cifra más elevada que en otros tipos de acoso.

Las consecuencias son aún más patentes después de leer este informe: alrededor de un 92% de las víctimas tiene algún tipo de secuela psicológica (ansiedad, tristeza, miedo, etc.), llegando en algunos casos (9%) a conductas de autolesión, ideas o incluso intentos de suicidio. En el ámbito social, lo que más preocupa a los menores es la pérdida de amistades, lo que por otro lado suele ser inevitable dado que normalmente participan en el conflicto.

En lo que respecta al entorno educativo, se hace evidente que el efecto del ciberbullying también implica un menor rendimiento escolar y limita la motivación hacia la escuela. Debido a que hablamos de personas aún en desarrollo, físico pero también emocional, el daño que produce en el proceso evolutivo del menor siempre es considerable.

El profesorado también tiene su papel en el ciberbullying

Más de la mitad de los episodios de una situación de ciberbullying suceden en el aula, y este nuevo análisis nos trae datos significativos que nos deben hacer reflexionar. Si bien es cierto que las víctimas observan que sus profesores “actuaron de alguna forma” en un 75% de los casos, sólo un 36% habló con los acosadores. En cualquier caso, resulta alarmante pensar que el 25% restante no reaccionó ante su petición de ayuda. Estas cifras nos dan la impresión de que el acoso es gratuito, para el acosador no hay consecuencias.

profesores implicados frente al bullying

El acoso tiene lugar en las clases, recreos, comedores, pasillos y lavabos. Además, sabemos que el ciberbullying continúa a la salida del centro, la ruta escolar y en casa. No hay justificación que valga para seguir mirando hacia otro lado. Con todo, una cuarta parte del profesorado aún ignora esta problemática, no cree a sus alumnos o decide no comprometerse a la hora de buscar soluciones. Todavía hay un dato que resulta más inquietante: un 20% de las víctimas declara haber sido reprendido o castigado por sus profesores al confiarles su situación.

Por otra parte, las reacciones del equipo educativo que sí opta por actuar frente a un caso de ciberbullying son en su mayoría percibidas de forma negativa desde la perspectiva de la víctima y su familia. Hablamos con el acosador y escuchamos a la víctima, pero no damos un paso más allá a la hora de resolver el conflicto y prevenir su continuidad. Casi un 40% de las víctimas lo tienen claro: “sus profesores no hicieron nada en especial, sólo escucharon”.

Reaccionemos

Después de tener este estudio en nuestras manos, no es posible mantener esa pasividad. Los alumnos y sus familias quieren más implicación por parte del centro educativo, soluciones efectivas y una prevención real. Las víctimas están gritando a voces que necesitan más apoyo por parte del profesorado, que también forma parte del problema como espectador. Esta responsabilidad pasa por seguir trabajando en la búsqueda de soluciones, en utilizar los recursos y materiales de sensibilización que están a nuestra disposición, en ser activos a la hora de detectar una situación de acoso  y no permitir que un menor se encuentre solo frente a una situación de ciberbullying.

Como equipo educativo, sabemos que los menores aprenden en gran medida en base a lo que ven a su alrededor. Un centro escolar que no actúa frente a casos de ciberbullying, está permitiendo que sus alumnos y alumnas reciban un mensaje confuso sobre cómo actuar frente a la violencia. Parte de nuestro trabajo debe ser cambiar la perspectiva normalizada que la sociedad tiene sobre el acoso. Tenemos a nuestra disposición recursos como la Guía del profesor, donde encontraremos orientación específica para trabajar el acoso escolar como educadores.

Si bien es cierto que observamos en este informe algunas necesidades sin cubrir que, lejos de ser un aspecto negativo, deben ser el siguiente objetivo a la hora de seguir estudiando el complejo problema del ciberbullying. En algunos ámbitos la muestra de casos ha resultado insuficiente o imprecisa para dar un resultado íntegro, y por lo tanto para poder plantearlo como base a posibles análisis y soluciones.

Y es la parte positiva, la resolución de los casos o las medidas que se adoptaron, lo que se echa en falta en este tipo de estudios. Ante todo no debemos olvidar que detrás de estos porcentajes se esconde la parte más humana de estos testimonios, más allá de los números y las gráficas, que supone una información valiosa y auténtica.

Y vosotros, ¿qué opináis sobre este estudio? ¿Cuáles son vuestras conclusiones? Dejad vuestro comentario al final de este artículo y contadnos vuestro punto de vista.