Sexting

Sexting

Qué es

En nuestra sociedad, el sexting empieza a ser un término cada vez más habitual. No es un problema de seguridad en sí mismo, sino una práctica de riesgo, sobre todo cuando implica a los menores de edad. Mediante el sexting, se envían a través del teléfono móvil u otro dispositivo con cámara, fotografías o vídeos producidos por uno mismo con connotación sexual. El riesgo está en que una vez enviados estos contenidos, pueden ser utilizados de forma dañina por los demás.

El sexting se distingue de otras prácticas por ciertas características:

  • Voluntariedad. Los mensajes, imágenes y videos son creados conscientemente por sus protagonistas y enviados inicialmente por ellos mismos a otras personas.
  • Carácter sexual. Los contenidos tienen una clara connotación sexual: desnudez o semi-desnudez, así como muestra o descripción de actividades sexuales.   
  • Uso de dispositivos tecnológicos. Lo más habitual es que utilicen su móvil o  smartphone, pero también puede realizarse usando la webcam de la tablet, el ordenador portátil o de sobremesa. En caso de realizarse durante una videollamada o una sesión de chat con webcam se denominaría sexcasting.

También es posible que el envío de este tipo de contenidos sea involuntario, ya que otra persona puede utilizar el dispositivo en el que están almacenados (robo o pérdida de móvil, uso sin permiso, etc.) y reenviarlos. También puede ocurrir que una persona sea grabada por otra sin su consentimiento. En ambos casos, los riesgos en lo que respecta a la difusión de ese contenido son similares al sexting.    

  • En situación

    Lucía y Miguel llevan meses mensajeándose por el WhatsApp. Todo empezó por un trabajo de clase, pero poco a poco fueron hablando de temas más personales y tonteando con la idea de algo más.

    No son novios todavía, pero Lucía está loca por él. Sus amigas le han aconsejado cosas como que “si te gusta más te vale que le des algo antes de que se canse” y “son todos iguales, si no le das lo que busca, encontrará a otra”.

    Esa noche, su conversación diaria fue un poco más “subidita de tono”, y a la hora de despedirse, Lucía escribió: “Toma guapo, un regalo, te lo mereces por ser tan especial” y le envió una foto.

    Cuando a Miguel le llegó la foto, no se lo pensó dos veces: cuando sus amigos viesen la foto que Lucía le había mandado sería la envidia de todos. Veinte segundos después seis de sus compañeros de clase ya habían recibido la foto. Otros dos minutos después, estos se la habían enviado a otros quince. Antes de acostarse, Lucía ya había recibido su propia foto a través de tres amigas que le avisaban de que estaba circulando por los móviles de todo el instituto.

  • ¿Por qué es un riesgo para los menores?

    Los riesgos de esta práctica comienzan con la divulgación de estas imágenes o vídeos entre personas que no eran los destinatarios. Al tratarse de contenidos íntimos, su difusión conlleva sin duda una pérdida de privacidad, de tal modo que se produce un daño en la reputación de la víctima, deteriorando su imagen pública. El sentimiento de humillación y traición que implica puede provocar falta de confianza en futuras relaciones, además de problemas psicológicos como ansiedad, depresión, etc.

    Asimismo, esta divulgación también puede acarrear consecuencias más complejas:

    • Ciberbullying. La humillación pública puede dar pie a conductas de acoso al protagonista, derivando en una situación de ciberacoso.
    • Extorsión y chantaje. El contenido también puede utilizarse como herramienta de chantaje, solicitando cualquier “recompensa” (económica o de otro tipo) a cambio de no difundirlo.
    • Grooming y acoso sexual. En los casos de acoso sexual o de acercamiento de adultos a menores con intenciones sexuales es habitual esta extorsión para exigir que se envíen más contenidos, o incluso contacto sexual directo.
    • Riesgos físicos. Estos contenidos pueden utilizarse por agresores para seleccionar a sus víctimas. En ocasiones los contenidos muestran elementos que ayudan a determinar la localización fácilmente (centro donde estudian, domicilio, geolocalización, etc.) o cuando los metadatos señalan el posicionamiento donde se han grabado.

    Respecto a las consecuencias legales, dependiendo del papel de cada implicado en esta práctica y de sus edades puede incurrirse en diferentes delitos como:

    • Exhibicionismo y provocación sexual a menores.
    • Generación, producción, difusión y tenencia de contenido sobre abuso sexual a menores.
    • Revelación de secretos y delitos contra la intimidad y el honor.
    • Delitos contra la libertad sexual.
  • ¿Por qué hacen sexting los menores?
    • Despertar sexual. En esta etapa, el desarrollo de su sexualidad comienza a tener un papel importante, pero no siempre está establecida de forma saludable. Para ellos estas prácticas pueden suponer una prueba de confianza en pareja o una manera “más adulta” de flirtear o atraer a alguien.
    • Posicionamiento social. En la adolescencia también es natural buscar la pertenencia al grupo de iguales, la inclusión social y la valoración de los demás. La práctica del sexting puede tener como objetivo presumir ante las amistades o no sentirse excluido.
    • Inconsciencia y exceso de confianza. Los adolescentes suelen minimizar los riesgos a los que se enfrentan e ignorar las repercusiones futuras. Esto les lleva a asumir más riesgos y creer que nunca pasará nada.
    • Falta de cultura de privacidad. Actualmente, en nuestra sociedad existe una creciente tendencia a mostrar la intimidad. Esto les lleva a considerar normales conductas como compartir información que los adultos consideran personal y privada.
    • Impulsividad. Combinada con la rapidez de la interacción a través de Internet, la impulsividad de los menores hace que actúen o respondan rápidamente, sin reflexionar sobre lo que van a hacer y sus posibles consecuencias. Por este motivo, conflictos como rupturas o decepciones sentimentales pueden desencadenar en los adolescentes una difusión precipitada con ánimo de venganza.
    • Expansión de dispositivos móviles. La universalización entre adolescentes de tablets y móviles con cámara y conexión a internet facilita este tipo de prácticas.

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Prevención y fomento del uso seguro

Pretender que ningún menor lleve a cabo este tipo de prácticas puede resultar algo poco realista en la actualidad, cuando desde la sociedad se fomentan roles excesivamente sexualizados y el concepto de privacidad es cada día más confuso. Debido a este contexto, la prevención debe centrarse en la reducción de riesgos y el desarrollo de la capacidad de crítica del menor, para que actúe de forma responsable:

  • Concienciar y promover el cuidado de la privacidad. Es necesario hacerles partícipes de las implicaciones y riesgos que supone no proteger la privacidad, tanto en la actualidad como de cara al futuro, mostrando las consecuencias de forma que comprendan lo que está en juego.
  • No fomentar el sexting ni participar en su difusión. Concienciar a los menores de la peligrosidad de esta práctica, tanto como protagonistas de los contenidos (para valorar si quieren tomar parte), como receptores (para que respeten la confianza otorgada, la privacidad e intimidad de la otra persona).
  • Desarrollar la autoestima y las habilidades sociales. Saber decir no y defender sus argumentos de forma adecuada les permitirá no ceder ante la presión social. Para ello, es positivo promover una autoestima saludable y aprender a valorarse a sí mismos, para no depender de la opinión de los demás.
  • Conocer las opciones de privacidad y seguridad. Configurar correctamente los dispositivos y aplicaciones para evitar perder el control de la información que guardan, haciendo un uso correcto de contraseñas de acceso y almacenando la menor cantidad posible de contenidos de riesgo.
  • Facilitar un ambiente de confianza. Para que el menor sea capaz de pedir ayuda y consejo cuando lo necesite, es importante mantener la comunicación familiar acerca de estas problemáticas. Esta confianza ayudará a una resolución rápida de los problemas e incluso a evitar que lleguen producirse.
  • Valorar la edad y madurez necesaria. Debemos valorar si el menor es suficientemente responsable como para utilizar de forma autónoma su propio dispositivo, sin ponerse en riesgo ni caer en prácticas peligrosas.

 

Cómo reaccionar en caso de conflicto

  1. Responder con calma. Estamos para apoyarles y ayudarles a resolver el problema, no para reaccionar de manera exagerada o negativa. Todos debemos enfocarnos a buscar una solución y proteger al menor.
  2. Contacto con los difusores. Es recomendable contactar, si es posible, con quienes estén difundiendo los contenidos e incluso con quienes los hayan recibido para evitar que se sigan enviando y pedir su eliminación. Asimismo, contactar con el centro educativo puede ser de utilidad, ya que pueden colaborar con asesoramiento y concienciación.
  3. Reporte al proveedor de servicios. Para que los contenidos se eliminen en muchos casos es necesario comunicarse con el proveedor de servicio (Instagram, Facebook, Twitter, etc.) alertándoles sobre el caso. Esto no garantiza que alguien no haya hecho alguna copia, pero sí limita en buena medida su difusión.
  4. Denuncia. Además, dado que los contenidos incluyen información sensible de menores, es posible que sea necesario denunciar formalmente los hechos ante las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, sobre todo en casos de extorsión y grooming. En estos casos, será necesario hacer capturas de pantalla y guardar todas las pruebas.
  5. Apoyo psicológico. Las consecuencias derivadas por este tipo de prácticas son graves, y el menor puede necesitar apoyo psicológico y emocional. El centro de salud y su centro educativo pueden ofrecernos orientación si es necesario.

¿Tienes dudas o necesitas ayuda de manera más personalizada en relación con el uso seguro y responsable de los menores en Internet? Contacta con nosotros en la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE, 017. Es un servicio gratuito y confidencial.

 

Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE 017

 

 

 

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