El papel de la mujer en la historia de la ciberseguridad
Si pensamos en las figuras más destacadas de la ciencia, es probable que nos vengan a la mente nombres como los de Albert Einstein, Isaac Newton o Galileo Galilei, cuyas aportaciones han influido de manera considerable en distintas disciplinas. Sin embargo, puede que hayas notado algo que a ti mismo te haya sucedido al repasarlo mentalmente. No hemos nombrado a ninguna mujer. ¿A qué se debe esto?
Históricamente, el conocimiento científico ha sido restringido o de difícil acceso para las mujeres, e incluso cuando lo han tenido, sus logros no siempre han obtenido el reconocimiento merecido. Todo ello no ha impedido, sin embargo, que numerosas mujeres hayan explotado su talento para realizar contribuciones significativas a la ciencia y la tecnología, si bien, todavía hoy, sus nombres pueden ser desconocidos para una gran mayoría.
Desde Hipatia de Alejandría, pensadora notable en matemáticas, astronomía y filosofía, hasta Marie Curie, primera mujer en recibir el Premio Nobel y primera persona en acumular dos de estas distinciones en las categorías de Química y Física, son incontables las mujeres que podemos encontrar en la historia de la ciencia. Y como podríamos esperar, las ciencias de la información y la ciberseguridad no son una excepción en este aspecto. Con este motivo, aprovechamos este post para recordar algunas de estas mujeres y sus aportaciones en estos ámbitos.
Mujeres en la historia de la computación y la ciberseguridad
Ada Lovelace es citada a menudo como una figura clave en los inicios de la programación, al publicar a mediados del siglo XIX el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. También sentó las bases de la ingeniería informática moderna al afirmar que las máquinas podrían llegar a ejecutar aquello que se les ordenara.
El siglo XX es el momento en el que las ciencias de la computación comienzan a despegar gracias a la creación de las primeras máquinas. Una de las razones que motivaron su desarrollo fue la necesidad de descifrar las comunicaciones enemigas durante la Segunda Guerra Mundial, lo que contribuyó, a su vez, al desarrollo de la criptografía. Fue en Reino Unido, donde mujeres como Joan Clarke, adquirieron un papel fundamental en el desciframiento de las transmisiones alemanas, con implicaciones importantes en el transcurso del conflicto.
Mientras tanto, en Estados Unidos la estrella de Hollywood e inventora austriaca Hedy Lamarr y su compañero compositor George Antheil patentaban en el año 1942 la técnica de transmisión en el espectro ensanchado. Si bien en aquel momento se descartó su uso (tenía como objetivo guiar por radio el lanzamiento de torpedos), sirvió como base para futuras tecnologías de amplio uso en la actualidad, como es el caso del wifi.
Una década más tarde, Grace Hopper desarrolló el primer compilador que empleaba un lenguaje intermedio entre el lenguaje máquina y el inglés, suponiendo un gran avance en el ámbito de la programación. También ejerció una influencia importante en el desarrollo del lenguaje de programación COBOL, ideado por Mary K. Hawes en 1959 y que todavía cuenta con una presencia considerable en determinados sectores.
Por aquel entonces, Frances Allen se encontraba trabajando en un proyecto de criptoanálisis para la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos. Asimismo, contribuyó tanto a distintas áreas de la tecnología de la información como al desarrollo de lenguajes de programación y la optimización de compiladores. Su labor fue reconocida con el Premio Turing en 2006, una de las distinciones más importantes de las ciencias de la computación, siendo la primera mujer en recibirlo.
En ocasiones, las innovaciones tecnológicas van más allá de su propósito original. Por ejemplo, las medidas de protección que repercuten en la seguridad física de una organización también pueden hacerlo en la ciberseguridad. Así es como Marie Van Brittan Brown y su marido patentaron en 1966 un ingenioso sistema de vigilancia que utilizaban en su propia casa: un circuito cerrado de televisión. Posteriormente, la investigadora española Celia Sánchez-Ramos sumaría, entre numerosas innovaciones, una nueva medida para el control de accesos: un sistema para la autenticación por biometría ocular a través de la córnea.
A medida que la ciencia de la computación se expandía, comenzó a surgir el activismo asociado al mundo digital. Jude Milhon fue una figura relevante en este movimiento desde la década de los años 70, promoviendo firmemente la cultura hacker, el papel de la mujer dentro de esta y la lucha a favor de la privacidad.
El uso de las primeras redes se fue incrementando con el paso de los años, y como consecuencia, los riesgos asociados, lo que provocó la necesidad de mejorar la protección de la información. En esta línea, las aportaciones en el año 1985 de Dorothy Denning resultaron claves en el desarrollo de los sistema de detección de intrusos, que en la actualidad constituyen una parte fundamental de los mecanismos de defensa.
Fue en la misma década cuando Marian Croak iniciaba una exitosa carrera cosechando numerosos logros en el ámbito de las telecomunicaciones. Destacan especialmente sus trabajos en el desarrollo de la voz sobre protocolo de Internet o VoIP, por sus siglas en inglés. Esta tecnología ha sido la precursora de la transmisión de voz a través de Internet, y que en la actualidad nos permite establecer conferencias de voz a través de plataformas digitales de uso común en el día a día.
En el ámbito de la protección de datos, administraciones y organizaciones internacionales han tratado de regular activamente la privacidad para garantizar los derechos digitales de los usuarios. Uno de los conceptos más trascendentes en este asunto ha sido el de privacidad desde el diseño, ideado por Ann Cavoukian en Canadá. Este consiste en incorporar las medidas adecuadas al propio diseño de las prácticas y sistemas de las empresas para garantizar su protección, incluyendo las de ciberseguridad necesarias. Su influencia ha sido tal, que ha sido adoptado por la Unión Europea en el Reglamento General de Protección de datos.
En España el ecosistema de ciberseguridad nacional ha continuado progresando de manera considerable en las últimas décadas. Esto también se refleja en el talento que cada día opta por escoger la ciberseguridad como una carrera profesional. Podemos destacar mujeres como Yaiza Rubio Viñuela, que, además de su experiencia en diferentes en empresas de referencia del sector, ha participado como ponente en varias conferencias de ciberseguridad internacionales, o Sandra Bardón, que trabaja en el Centro Internacional de Cálculos Electrónicos de las Naciones Unidas, habiendo estado como investigadora en el Centro de Excelencia de Ciberdefensa de la OTAN, ubicado en Estonia.
A lo largo del post hemos podido conocer el papel de la mujer en el ámbito de las ciencias de la computación y la ciberseguridad desde sus inicios en diferentes campos y desde diferentes perspectivas. Conviene aclarar que estas solo son algunas de una larga lista de mujeres que a lo largo de la historia han dedicado su tiempo y esfuerzo para hacer del mundo digital un lugar más seguro.
La ciberseguridad se puede beneficiar enormemente de la diversidad de talento. Unido a que se trata de una carrera con perspectivas profesionales prometedoras, la promoción de la ciberseguridad como oportunidad profesional se ha convertido en una prioridad en la estrategia de organizaciones e iniciativas estatales. Todo ello con el objetivo de desarrollar un ecosistema nacional seguro en el marco de la revolución digital.