Enganchados a las pantallas… ¿Cómo detectar un uso excesivo?

Fecha de publicación
26/02/2018
Uso excesivo de dispositivos por parte de los menores

Si tienes niños o adolescentes en tu entorno, la siguiente historia, a pesar de ser ficticia, puede resultarte familiar: Isaac, 14 años, llega a casa después de clase y lo primero que hace es encender su Smartphone, incluso antes de quitarse la mochila. “Come conectado” porque mientras lo hace no pierde detalle de lo que está pasando en la Red. Para divertirse recurre de nuevo a Internet, incluso con los amigos sólo quiere disfrutar de manera online. Se le pasan las horas volando mientras juega y navega, por lo que acaba perdiendo la noción del tiempo y acostándose a altas horas de la madrugada. Sus padres y profesores han intentado marcarle límites en el uso de la tecnología pero se pone agresivo y finalmente termina haciendo lo que quiere.

¿Cuándo hablamos de uso excesivo?, ¿dónde está el límite?

Seguro que a través de la historia anterior te resulta muy fácil darte cuenta de que existe un uso intensivo de la tecnología por parte del adolescente. Entonces, ¿por qué no es tan fácil de identificar cuando esto sucede a nuestro lado? Muchos padres no son conscientes hasta llegar a niveles muy extremos y esto suele ocurrir porque socialmente se ha llegado a normalizar este abuso, aceptando sus síntomas previos.

Como observamos a diario desde la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE, los padres perciben irritabilidad e incluso ansiedad de sus hijos ante la idea de desprenderse del dispositivo, pero también es importante detectar cualquier cambio en el comportamiento, abandono de obligaciones o pérdida de interés por actividades que antes le gustaban, así como cambios en la relación con sus amistades (bien porque es cada vez más escasa o porque se centra progresivamente en el terreno online).

Este abuso se ha generalizado de tal modo que ha sido necesario incorporar a nuestra lengua nuevos términos relacionados con el uso excesivo. Entre otras, se encuentran la nomofobia (miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil), la oniomanía (compra compulsiva online) y el gambling (adicción a los juegos de azar y apuestas online). Por ello, no es de extrañar que los gigantes tecnológicos inviertan importantes esfuerzos por diseñar servicios dirigidos a jóvenes con el objetivo de salvaguardar su seguridad y bienestar, así como iniciativas orientadas a concienciar a los padres, como ha hecho recientemente Facebook con su Portal para Padres.

JuguetesTIC

Educar para prevenir, nuestra mejor arma

¿Serías capaz de contar cuántos dispositivos usan los niños y adolescentes? A veces tenemos la sensación de que videojuegos, tablets, smartphones, pulseras inteligentes etc. se multiplican en nuestra casa, sobre todo después de celebraciones, cumpleaños, evaluaciones y notas del colegio… Pues bien, el primer filtro debería de comenzar aquí. No se trata de privar a los más pequeños de su uso, sino de guiarles en cada una de las etapas, estableciéndoles unas pautas y supervisión acorde a su edad y capacidad crítica.

Debemos comenzar con la Educación TIC antes de adquirir el primer dispositivo, marcando unas normas de uso que incluyan unos horarios apropiados y gestionando el tiempo dedicado de manera adecuada. Es conveniente enfocarlo como una más entre las diferentes actividades y tareas escolares y familiares, así evitamos que se adopten comportamientos en los que se deje de lado algunas de las responsabilidades con las que se deben cumplir.

En este sentido, a medida que el menor va creciendo, es importante acompañarle en este uso y hacerle reflexionar en qué invierte ese tiempo para que se dé cuenta de la importancia de hacer cada cosa en su momento, sin perderse otras actividades. En las primeras etapas (hasta los 12 años), podemos apoyar esta supervisión con herramientas que permiten esa gestión del tiempo para, a medida que el menor crece y nos muestra que realiza un uso adecuado, proporcionarle más independencia, igual que ocurre en el resto de aspectos de la vida. A través del siguiente vídeo puedes saber cómo configurar adecuadamente los dispositivos para hacer una correcta gestión del tiempo.

 

 

Pero… ¿Y cuándo el problema ya existe?

Lo primero que nos solemos encontrar cuándo existe uso excesivo de las tecnologías es que el afectado no lo reconoce y por tanto se niega a participar. Además de que los malos hábitos forman ya parte de la rutina del menor y cambiar esta dinámica no es tarea fácil. Sin embargo, debemos tener siempre presente que nunca es tarde para reconducir un problema.

Volviendo a la situación que planteábamos al comienzo del artículo, sobre el adolescente Isaac, sería necesario que los padres retomaran la confianza y se mostraran como un apoyo. Para romper el hielo y llevar la conversación hacia donde queremos, se pueden buscar películas o documentales como puede ser el documental “Web Junkie” o la película “Love child” que tratan sobre el tema que nos interesa abordar con el menor.

Necesitamos reeducarle tecnológicamente para poder dejar atrás el comportamiento actual, así que es conveniente proporcionarle alternativas de ocio y planificar cómo y en qué momentos usar la tecnología. A la hora de consensuar este uso podemos apoyarnos en pactos familiares, no se trata de un documento oficial pero el hecho de haberlo escrito y firmado aporta mayor compromiso. No olvidemos ser un buen ejemplo en los aspectos que queremos transmitir, mostrarles nuestra confianza, así como ser inflexibles ante chantajes y cambios de normas. Para hacerlo más llevadero e ir motivándose con los progresos, se pueden ir fijando pequeñas metas que han de superarse.

Como complemento a todo este trabajo se puede contar con la ayuda de profesionales y para eso IS4K te lo pone fácil, a través de su Línea de Ayuda gratuita y confidencial, 017, puedes recibir una atención personalizada a la situación planteada.

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