Sexting: cuando nuestros hijos envían sus fotos más íntimas

Fecha de publicación 03/01/2017
Sexting: cuando nuestros hijos envían sus fotos más íntimas

Hoy en día es bastante común encontrarse con menores enviándose entre ellos fotos íntimas, semidesnudos o en actitud sugerente, incluso mensajes y vídeos subidos de tono a través del móvil o las redes sociales, aunque sin ser conscientes de los problemas que esto les puede causar. Conozcamos algo más de este fenómeno, así como algunas pautas para prevenirlo y solucionarlo en familia.

Los selfies o autofotos se han puesto de moda a lo largo y ancho de Internet. Los adolescentes no son ajenos a ella, y comparten con alegría imágenes propias, con sus amigos, y hasta en lugares peligrosos, a través de herramientas de mensajería como WhatsApp o Snapchat y redes sociales como Instagram, Twitter o Facebook, entre otras, mostrando al mundo lo maravillosa que es su vida.

Las motivaciones pueden ser muy variadas, aunque hay quien alerta sobre la tendencia en algunos casos hacia la sobreexposición en busca de aprobación social, adolescentes en plena conformación de su personalidad que miden su autoestima según el número de “likes” o “me gusta” que consiguen, exhibiéndose públicamente hasta abandonar parte de su intimidad.

 

¿Sexting?

En este contexto, un fenómeno denominado sexting (del inglés "sex" + "texting", es decir envío de mensajes de carácter sexual), está aumentando entre los menores. Principalmente se trata de fotos o vídeos sugerentes, con escasa ropa, desnudos o con tocamientos y comportamientos deliberadamente sexuales.

Imagen de sexting autofoto

 

En general son los propios menores los que generan voluntariamente estos contenidos como prueba de amor por su pareja, para tontear con alguien y atraer su atención, para afirmar su personalidad, experimentar con su propia sexualidad o posicionarse socialmente (ante la presión de su grupo).

Por alarmante que pueda parecer, esto no implica que hayan empezado a tener relaciones sexuales o las estén buscando activamente. Es algo similar a lo que hacíamos con su edad, por ejemplo vistiéndonos provocativamente y con bien de maquillaje (lo que tanto alarmaba a nuestros padres).

 

Entonces, ¿cuál es el problema?

Cuando compartimos una imagen a través de Internet, perdemos el control sobre ella. La otra persona, en quien supuestamente podemos confiar, puede reenviarla o compartirla públicamente por despecho, venganza, para presumir de su conquista, por pura diversión… o incluso puede llegarle a quien no debe accidentalmente, por ejemplo al dejarle el teléfono móvil a un amigo, cuando se pierde o lo roban, lo llevan a reparar o si alguien hackea el servicio web...

Menores haciéndose un selfie

Además, por las propias características de Internet, si este tipo de contenidos se difunde, puede viralizarse y llegar a muchísimas personas, muy rápidamente y lo que es peor, perdurar en el tiempo, pudiendo aparecer en las búsquedas de futuras parejas o empleadores.

Finalmente, se puede desencadenar un proceso de acoso, ciberacoso y humillación pública hacia el protagonista de estas imágenes, las cuales pueden entrar en circuitos de abuso sexual a menores y atraer la atención de pederastas, además del lógico estrés psicológico, todo lo que puede llevar a trastornos de ansiedad, depresión o conductas suicidas o de autolesión.

 

¿Y qué podemos hacer para evitarlo?

En casa, lo más importante es mantener hábitos de diálogo, estar al día de lo que les preocupa, las aplicaciones que usan, con quién se relacionan online (igual que en el mundo físico), para así poder hablar con naturalidad de este tema.

Podemos aprovechar alguna noticia relacionada con este tema que le haya sucedido a algún famoso, como por ejemplo, la filtración de fotos íntimas de la cantante Adele por su exnovio, o la filtración de fotos íntimas de la estrella adolescente de TV, “Sam” en iCarly.

El mensaje fundamental es no sacarse fotos comprometedoras (si no existen no se pueden difundir), ni enviarlas nunca, ni siquiera con autodestrucción de mensajes, como por ejemplo a través de Snapchat (si se muestra se puede fotografiar o hacer una captura de pantalla), ni aunque nos lo pidan, rueguen, exijan o nos intenten chantajear y amenazar para lograrlo.

Si nuestros menores reciben algún mensaje de este tipo, deben eliminarlo inmediatamente y comentárnoslo para poder informar a los padres de quien aparezca en la foto, directamente o a través del centro educativo. En ningún caso deben guardar esas fotos ni reenviárselas a nadie, pues estarían agravando el problema e incluso podrían ser responsables de sendos delitos contra la intimidad (ej. artículo 197.7 del código penal) y de posesión y difusión de contenido sobre abuso sexual a menores (ej. artículo 189 del código penal).

A nivel técnico, debemos asegurarnos que utilizan contraseñas robustas en aplicaciones y teléfonos móviles (como mínimo con un patrón de desbloqueo), además de acordarse de cerrar sesión cuando terminan de usar un servicio web. Si disponemos de webcam en el ordenador, debemos tenerlas tapadas o apuntando hacia la pared cuando no se estén utilizando.

Si mi hijo o hija ha enviado una foto que no debía… ¿qué hago?

Es fundamental mantener la calma, no exagerar en nuestra reacción ni culpabilizarle, al fin y al cabo es natural que los adolescentes experimenten, tomen riesgos, están descubriendo su sexualidad, y lo que es más importante, queremos ayudarles, por lo que necesitamos que sientan nuestra confianza, seguridad y apoyo.

Pedir ayuda ante casos de sexting

Si la imagen la tiene sólo una persona (ej. la pareja), podemos hablar con ella y sus padres para que la elimine. Si ha sido filtrada en webs o redes sociales, podremos localizarla y reportarla a los responsables de la plataforma para su eliminación (ej. Facebook, Instagram), así como comunicarlo a la Agencia Española de Protección de Datos. Si ya ha sido difundida entre otros menores, podemos ponernos en contacto con sus centros educativos a fin de que puedan orientarnos e intervenir. Por último, podemos acudir a la Fiscalía de menores, así como a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como la Policía o la Guardia Civil.

Como siempre, esperamos vuestros comentarios, ¿habéis conocido algún caso de este tipo?, ¿cómo habéis reaccionado?, ¿con qué dificultades os habéis encontrado?, ¿os ha resultado útil este artículo? Si preferís contarnos vuestro caso en privado, podéis hacerlo desde la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE.