
Con el desmesurado crecimiento de Internet, la línea que separa los dispositivos del mundo TI de los de TO es cada vez más difusa. Cada día surgen más dispositivos propios del mundo industrial que implementan funcionalidades propias de TI, por lo que su dependencia con las comunicaciones es cada vez mayor. La adaptación de los protocolos clásicos de control industrial a estándares propios de TI, como puede ser Ethernet, y la convergencia de las redes que esto supone, son algunas de las consecuencias de este fenómeno.




Durante la última semana de marzo, los cines Kinépolis de Madrid dieron cabida una vez más a la nueva edición de uno de los congresos de seguridad informática más importantes del panorama nacional, la RootedCON, que ha vuelto con más fuerza que nunca para celebrar su ya décimo aniversario por todo lo alto. Una edición muy especial que ha traído, a sus más de 2.500 asistentes, 80 horas de puro contenido sobre seguridad, dividido en 3 tracks paralelos y de la mano de 40 ponentes procedentes de todas las partes del mundo.


Cada vez aparecen más intentos de ciberataques relacionados con infraestructuras críticas para obtener información sobre ellas a través de malware u otros métodos. Uno de los últimos es la denominada operación Sharpshooter, aparecida a finales de 2018. Las técnicas de ataque utilizadas en ella siguen basándose en el eslabón más de débil de la seguridad, el usuario final, además de aprovechar muchas características de ataques anteriores.



Hoy en día, donde las necesidades de información son tan elevadas que hasta el máximo responsable de la empresa desea conocer qué está pasando en la fábrica, algo tan simple como un dispositivo USB puede jugarnos una mala pasada. Sacar información de un PLC desconectado o tratar de actualizar una RTU fuera de alcance con un USB no controlado, puede suponer un gran riesgo.