El Paraninfo de la Universidad de Salamanca acoge una nueva jornada del proyecto +Ciberseguridad, una iniciativa organizada por Fundación CEOE, CEOE, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), CEOE CEPYME Salamanca y la Universidad de Salamanca; con la colaboración de la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Fundación Hermes.

En este caso real, una emprendedora que acababa de lanzar su negocio, vio cómo reseñas falsas empezaban a dañar su reputación en Internet. Lo que parecía un simple ataque podía poner en juego su credibilidad y la confianza de las marcas con las que colaboraba.

Internet nos permite acceder a multitud de contenidos, pero también compartirlos. No obstante, esto puede conllevar que, en ocasiones, se lleguen a difundir imágenes de forma incontrolable sin ser conscientes de ello, tal y como ocurre en este caso real.

Con el uso extendido de las redes sociales, los centros educativos también disponen de ellas, pero deben pedir autorización a los padres de los alumnos para poder publicar fotos y vídeos donde aparezcan los menores, sin que esto repercuta en ningún tipo de discriminación.

Fomentar el respeto y la empatía tanto en el ámbito online como en la vida real son la clave para ayudar a evitar situaciones como la de este caso real, en el que un grupo de adolescentes graban y difunden un vídeo de dos menores con discapacidad intelectual.

Los stickers pueden ser divertidos, pero hay que tener precaución con compartir aquellos que pueden ser vejatorios para otras personas, ya que se podría llegar a ofender a alguien, e incluso a cometer un delito si no se tuviese permiso de la persona que aparece en ellos.

La imagen que proyecta un negocio a través de Internet puede afectar positiva o negativamente hacia sus clientes e incidir de forma directa en su éxito o fracaso. Por lo que es muy importante cuidar la reputación online, también en el mundo empresarial.

Las redes sociales son el medio a través del que los menores interactúan con el mundo. La protagonista de este caso real experimentó, en primera persona, el peligro de confiar en un conocido TikToker que, utilizando su influencia, la engañó.

Dar datos personales siempre supone un peligro, y más cuando no se conoce la finalidad de ello. Esto se puede llegar a agravar cuando son datos especialmente sensibles, como en este caso real, en el que una empresa escanea el iris de menores.

Este caso real invita a la reflexión sobre las consecuencias que podemos sufrir si no cuidamos nuestra privacidad en redes sociales. Algo que en su momento fue divertido, se convirtió años después en motivo de disgusto para nuestra protagonista.